El nivel de inglés de empresarios y empleados españoles no  parece el adecuado para competir en el mercado global. El conocimiento de la principal lengua extranjera que se estudia en España es uno de los puntos débiles de los españoles. Así lo refleja, por ejemplo, el último Barómetro del Clima de Negocios en España, publicado por el IESE en 2014, que desde la perspectiva del inversor extranjero, pone de relieve que se valora muy bien el capital humano de este país en todo menos en los idiomas. Al igual que en años anteriores, el dominio de idiomas se presenta como uno de los principales problemas en opinión de los inversores. Es el segundo aspecto en importancia para ellos y, sin embargo, la puntuación obtenida es baja, por lo que constituye el principal ámbito de actuación. Un segundo aspecto complementario del dominio de idiomas, al que los inversores extranjeros le atribuyen importancia, son las habilidades para la expresión oral y las presentaciones.

Y es que la falta de dominio del inglés por parte de los empleados genera una serie de problemáticas en el entorno profesional cuya consecuencia más grave es, sin duda, que termina lastrando la competitividad de la empresa: Problemas a la hora de tratar con clientes internacionales, dificultad para acceder a información valiosa de mercado, empleados escasamente preparados en idiomas, ralentización de la internacionalización de una empresa…

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